Hay algunos puntos fundamentales que hay que entender. Por un lado, el hombre y la mujer son dos valvas de una misma concha, y por otro son polos opuestos. El hecho de que sean opuestos hace que se atraigan entre sí. Cuanto más alejados están, más profunda será la atracción que sientan; cuanto más distintos sean, mayor será el encanto y la belleza de la atracción.
Sin embargo, aquí es donde reside el problema. Cuando se acercan, quieren acercarse aún más, quieren fundirse el uno en el otro, quieren convertirse en uno, en un todo armonioso; pero su atracción depende de su oposición, al tiempo que su armonía dependerá de disolver esa oposición. A menos que tu relación amorosa sea muy consciente, te creará una gran angustia, muchos problemas.
Todos los enamorados tienen problemas. Pero no se trata de problemas personales; es algo natural.
En realidad, no tendrían por qué haberse sentido atraídos hacia la otra persona; lo llaman “ser presa del amor”. No pueden explicar por qué sienten esa intensa atracción hacia la otra persona. Ni siquiera son conscientes de las causas subyacentes; por tanto ocurre algo extraño: ¡los amantes más felices son aquellos que apenas se ven! En cuanto se ven, la misma oposición que creaba la atracción se convierte en conflicto. Para cualquiera que sea la cuestión tienen actitudes diferentes, enfoques diferentes. A pesar de que hablan la misma lengua, no pueden entenderse.
Uno de mis amigos me estaba hablando acerca de su mujer y de los constantes problemas que tenían. Yo le dije: “Parece que no congeniáis”. Él me contestó: “No, claro que no congenio. ¡Menudo genio tiene!”. Y sin embargo era un matrimonio por amor, no un matrimonio concertado. Los padres de ambos se opusieron a ese matrimonio; pertenecían a religiones distintas, sus respectivas comunidades se oponían al matrimonio entre ellos. A pesar de ello, lucharon contra todos y se casaron, para descubrir posteriormente que no hacían más que pelearse.
La mente masculina contempla el mundo de forma diferente a la mente femenina. Por ejemplo, la mente masculina se interesa por cosas lejanas: el futuro de la humanidad, las estrellas lejanas o si hay vida en otros planetas. La mente femenina se ríe de todas estas tonterías. A ella solo le interesan las cosas pequeñas, la esfera más cercana que la rodea. Su interés es local y humano.
El hombre nunca vive aquí y ahora, siempre está en otro lugar. Tiene preocupaciones extrañas: la reencarnación, la vida después de la muerte, la vida en otros planetas.
Si ambos miembros de la pareja son conscientes de que el suyo es un encuentro de opuestos, de que no hace falta convertirlo en un conflicto, entonces es muy posible que entiendan el punto de vista totalmente opuesto y lo absorban. Si hacen esto la vida de ese hombre y esa mujer podrá convertirse en una maravillosa armonía. Si no, habrá una lucha continua.
Hay períodos de vacaciones. La lucha no puede mantenerse las veinticuatro horas del día; uno también necesita un poco de descanso, un descanso para prepararse para una nueva lucha.
No obstante, que hombres y mujeres hayan convivido durante miles de años, a pesar de ser unos extraños, constituye uno de los fenómenos más insólitos. Continúan trayendo niños al mundo pero siguen siendo extraños. El enfoque femenino y el masculino son tan opuestos que a menos que hagas un esfuerzo consciente, a menos que lo conviertas en objeto de tu meditación, no hay esperanza de lograr una vida pacífica.
Una de mis mayores preocupaciones es cómo conseguir que el amor y la meditación estén tan conectados que toda relación amorosa se convierta en una asociación para la meditación, y que cada meditación te haga ser consciente de que el amor no tiene por qué hacerte prisionero sino que puede elevarte a las alturas. Puedes encontrar un amigo de forma consciente, deliberada. A medida que profundice la meditación, profundizará tu amor, y viceversa: a medida que florezca tu meditación, también florecerá tu amor, pero lo hará a un nivel completamente diferente.
Sin embargo, la mayoría de las parejas no están conectadas en la meditación. Nunca se sientan en silencio durante una hora simplemente para sentir la conciencia de la otra persona. O están peleándose o están haciendo el amor, pero en ambos casos, están haciendo algo relacionado con el cuerpo, con la parte física, la biología, las hormonas. No están en contacto con lo más profundo de la otra persona. Sus almas permanecen separadas.
Si deseas tener una relación armoniosa con tu pareja, tendrás que aprender a ser más meditativo. El amor solo no basta. El amor solo es ciego; la meditación te proporciona ojos. La meditación le proporciona entendimiento. Una vez que vuestro amor es tanto amor como meditación, os convertís en compañeros de viaje. Ya no es una relación rutinaria. Se convierte en una amistad que recorre el camino que conduce al descubrimiento de los misterios de la vida.
El hombre y la mujer son dos partes de un todo. Así que en vez de perder el tiempo peleando, intentad comprenderos el uno al otro. Intentad poneros en el lugar de la otra persona; intenta ver como ve un hombre, intenta ver como ve una mujer. Además, siempre es mejor tener cuatro ojos que dos. Tienes una visión completa; puedes ver en todas las direcciones.
Osho.
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“Yo honro el lugar dentro de ti donde el Universo entero reside. Yo honro el lugar dentro de ti de amor y luz, de verdad, y paz. Yo honro el lugar dentro de ti donde cuando tú estás en ese punto tuyo, y yo estoy en ese punto mío, somos sólo Uno: Namaste"